miércoles, 24 de octubre de 2007

"Déme una placa de agente federal"


Preocupado por una sociedad en declive, una juventud torcida por las drogas y un país amenazado por el comunismo y por la tensión racial que generaban los negros al demandar igualdad de derechos, Elvis Presley entregó al presidente Richard Nixon un regalo que simbolizaba a la perfección su espíritu pacificador y sus deseos de trabajar en aras de la reconciliación social: una pistola. El Colt 45, las siete balas de plata que tenía en el cargador y, sobre todo, los informes internos de la Casa Blanca en el que es posiblemente el día más pintoresco de su historia forman parte de una exposición sobre el encuentro presidencial más improbable, incómodo y esperpéntico que tuvo Nixon durante su mandato: su reunión secreta con el Rey del Rock.

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